El sábado en la noche para tomar el "pre tren" se hace una fila larga de jóvenes, casi todos, dirigidos a las borracheras en bares, cafés, discos o casas grandes y antiguas de cierta parte de la ciudad a la que de noche en fines de semana es conocida como "La Ruta Vallarta". El sábado pasado me encontraba haciendo esa fila (para llegar a un bar, también). Se acercó un "niño de la calle" a vendernos bombones. Un amigo le dio 10 pesos a cambio de ningún bombón. El niño dio las gracias y se fue. Segundo acto: se acerca un anciano pidiendo dinero también. Lucía cansado y caminaba con dificultad, así que pensé que merecía más el dinero que el niño que acababa de irse. Entonces mi amigo le dijo algo como: "Uh, es que acabo de dar al niño la única moneda que tenía". El viejito sigue allí. Desde atrás alguien dice: "Ni modo, ya le ganaron las nuevas generaciones de homeless".
En ese momento se hace el silencio incómodo en la fila, el anciano ríe y se marcha.
Casos y fotos. Cosas y carnales.
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1 comentario:
Oh, los silencios incómodos que se padecen. Sería fans, de no ser que luego soy yo la que los provoca, jesú.
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